En el corazón de la provincia de Huesca, en la comarca de La Ribagorza, se alza majestuoso el Puente Románico de Capella, una joya arquitectónica que nos transporta a la Edad Media con solo contemplarlo desde la carretera A-1605. Situado sobre el río Isábena, este puente es mucho más que una estructura de piedra; es un testigo silencioso de siglos de historia y un símbolo del ingenio humano.
Construido entre los siglos XIII y XIV, el Puente de Capella es una obra maestra de la ingeniería medieval. Presenta ocho arcos de medio punto, siendo el central el más imponente, con una altura de 12 metros. Su diseño en "lomo de asno", con dos vertientes en la plataforma, lo hace único en la Península Ibérica. Los sillares, perfectamente tallados, dan testimonio del arte y la habilidad de los constructores.
Pero más allá de su arquitectura, el Puente de Capella es un símbolo de vital importancia para la comunidad local. Durante siglos, fue la única vía de comunicación entre Capella y el resto de la comarca de La Ribagorza, conectando pueblos y facilitando el comercio y el intercambio cultural. Su papel estratégico en la región lo convierte en un elemento imprescindible de la historia de Aragón.
El puente ha sido testigo de innumerables acontecimientos a lo largo de los siglos. Desde el paso de carruajes y comerciantes en la Edad Media hasta la prohibición actual de tráfico rodado, ha resistido el paso del tiempo y las transformaciones sociales. Incluso tras la construcción de un puente moderno en 1993, el Puente de Capella sigue siendo un símbolo de identidad y un punto de encuentro para la comunidad local.
Pero su importancia va más allá de lo puramente funcional. El Puente de Capella es un monumento declarado Bien de Interés Cultural en 2002, lo que refleja su valor histórico y arquitectónico. Además, ha sido objeto de varias restauraciones a lo largo de los años para preservar su esplendor y asegurar su legado para las futuras generaciones.
Desde su posición privilegiada sobre el río Isábena, el Puente de Capella ofrece una vista impresionante de los paisajes ribagorzanos. Su ubicación estratégica lo convierte en un lugar ideal para detenerse y contemplar la belleza natural de la región. Además, su proximidad a otros lugares de interés, como la sede episcopal de Roda de Isábena, lo convierte en una parada obligatoria para los viajeros que exploran la zona.