Si te decimos Córdoba, ¿en qué piensas? Puede que algunos no hayan oído hablar nunca de esta ciudad, pero estamos seguros de que a muchos otros se les viene a la mente las palabras arte, tradición, historia, encanto y sobre todo herencia islámica. Y es que entre los innumerables atractivos que albergan las tierras cordobesas, el que sobresale por excelencia es el extraordinario legado que dejó el pueblo musulmán.
Es bien sabido que las calles de Córdoba están impregnadas de recuerdos de un califato que marcó un antes y un después en el devenir de la ciudad y dejó consigo una huella imborrable. La Mezquita-Catedral, el Alcázar de los Reyes Cristianos, el Castillo de Almodóvar son algunos de los sitios que te harán sumergirte en un viaje en el tiempo hasta el más puro Al-Ándalus… Pero no nos podemos dejar atrás a uno de los monumentos más emblemáticos y conocidos de la ciudad: Medina Azahara.
¿Dónde está?
Situado en las faldas de la serranía cordobesa, este lugar se ha convertido en uno de los mayores símbolos del legado hispanomusulmán y se posiciona como el mayor conjunto arqueológico de toda la nación. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 2018, es uno de los monumentos más visitados de toda Andalucía gracias a su belleza, singularidad y atractivo turístico. ¿Quieres conocer todas las leyendas, historias y entresijos que esconden las ruinas de Medina Azahara? Sigue leyendo…
Remontándonos a sus orígenes
Medina Azahara surgió tras la instauración del primer califato de Córdoba. Con Abderramán III al poder se produjeron muchos cambios en la arquitectura de la ciudad con el objetivo de exaltar y elevar su reinado.
El Alcázar andalusí era la residencia y lugar donde se concentraba el poder político de los Omeyas (gobernantes de la ciudad antes de la llegada de Abderramán). Este se encontraba en una localización privilegiada, en el centro de la ciudad y a pocos pasos de la Gran Mezquita. Sin embargo, no era suficiente para el primer califa de Córdoba que en un alarde de ostentosidad y superioridad sobre sus grandes enemigos decidió construir a las afueras una ciudad palaciega.
Surgida prácticamente de la nada, Medina Azahara concentraba entre sus muros todo el poder político, aglutinando las funciones administrativas y residenciales. En sus casas vivían los allegados de Abderramán y entre ellos se encontraban las concubinas. De hecho, existe una leyenda popular que sostiene que el califa eligió el nombre de Azahara en honor a su concubina favorita y que incluso mandó construir una escultura suya para la entrada de la ciudad. Sin embargo, otros historiadores confirman que el nombre de la ciudad está relacionado con la etimología de la palabra az-Zahra que en árabe significa radiante o brillante.
Los años siguientes estuvieron marcados por un gran número de conflictos violentos que desembocaron en sucesivos cambios de régimen. No finalizaron hasta el año 1013 donde se produjo la guerra civil que puso el punto final al califato de Córdoba. Por tanto, toda la grandiosidad del conjunto monumental quedó reducido a un inmenso montón de ruinas que poco a poco fue cayendo en el olvido hasta que se identificaron los restos en el siglo XIX.
Sin embargo, es importante destacar que este es el hecho que hace que Medina Azahara sea tan importante en la actualidad. Probablemente te estarás preguntando por qué ¿verdad? Pues resulta que no ha habido ningún asentamiento posterior en esta zona, por lo que su arquitectura se ha mantenido tal y como la construyó el pueblo musulmán. Esto significa que es una de las pocas excavaciones que permiten al visitante hacerse una idea muy aproximada a las costumbres y modo de vida que había en aquella época.
Qué ver en Medina Azahara
Antes de profundizar en las maravillas que se esconden dentro esta impresionante ciudad amurallada queremos comentarte que, aunque a primera vista parezca un yacimiento no muy grande, hay infinidad de detalles y rincones en los que es interesante reparar. Por tanto, te recomendamos que es conveniente contar con un mínimo de dos horas para disfrutar de una visita en condiciones.
Una ciudad a tres niveles
La topografía del terreno donde se levanta provocó que tuviera que construirse a tres niveles diferentes. Y es que al ser una explanada que se encuentra en pendiente, fue necesario una ardua labor de arquitectura.
La ruta normalmente comienza en la tercera terraza, donde se hallaba la mezquita, los mercados las viviendas del pueblo. Si continúas caminando hasta la explanada media te encontrarás con lo que fueron la sede de los funcionarios de la corte y, por último, la terraza superior estaba destinada en su totalidad a la residencia real. Es cierto que, como te hemos comentado, la singularidad y belleza de este lugar hacen que las miradas de los visitantes vayan de un lado para otro sin cesar. Por eso, a continuación, te vamos a dejar un pequeño resumen de los espacios que no te puedes perder bajo ninguna condición:
Gran Pórtico
Para impresionar a todo el que llegaba a la ciudad palaciega, era necesario levantar una entrada que dejara sin palabras. De ahí surgió el Gran Pórtico Oriental, una gigantesca construcción formada por quince arcos erigidos sobre inmensos pilares de piedra que abarcaban unas dimensiones aproximadas de 112 metros de largo, 3 metros de ancho y casi 10 metros de alto. De esta manera, los extranjeros reconocían al instante el poder y la virtuosidad del califa.
Jardín Alto y Jardín Bajo
En honor a la arquitectura y tradición califal no podíamos olvidarnos de los jardines. La adoración por las plantas, el agua y los espacios abiertos es una seña de identidad del pueblo musulmán que está presente en otros monumentos cordobeses como El Alcázar o el Palacio de Viana. Por eso, su presencia estaba más que asegurada en una construcción de tal envergadura. El Jardín Alto, como su nombre indica, se encuentra en la terraza superior y delante del Salón Rico mientras que el Jardín Bajo se sitúa a una altura bastante inferior y desgraciadamente todavía no ha terminado de ser excavado.
Salón Rico
Adentrarse dentro de este recinto supone sentir el alma más suntuosa de toda Medina Azahara. Estamos seguros de que, si sus muros y paredes hablasen, podrían contar una infinidad de relatos, pues este lugar era el elegido por el califa para celebrar grandes ceremonias, fiestas y recepción de extranjeros. Por este motivo la belleza artística y arquitectónica quita el sentido de los visitantes y es que, debido a su gran relevancia en la historia, es sin lugar a duda el emblema de todo el conjunto califal.
Casa Real
Ubicada en la terraza superior de la ciudad palatina, se piensa que en estas estancias residía y hacia vida Abderramán III. A pesar de todos los saqueos que sufrió durante los conflictos bélicos de la época, el edificio todavía mantiene elementos característicos de la decoración como la solería y los atauriques.
Mezquita aljama
En el exterior del recinto amurallado se encuentra el lugar que fue el punto de encuentro para la oración y celebraciones religiosas durante el califato. Un hecho curioso que la diferencia de su homónima La Mezquita-Catedral, situada en el centro de la ciudad, es que este templó si se edificó orientado hacia la Meca.
Museo
En las inmediaciones de las ruinas se encuentra esta moderna infraestructura de tres plantas. Sus instalaciones sirven como lugar de recepción de visitantes, auditorio, centro de restauración y expositor de las reliquias más llamativas y espectaculares de todo el conjunto arqueológico.
Una valiosa colección de arte
La grandiosidad de Medina Azahara no solo reside en su arquitectura, sino que en los momentos de mayor esplendor y poder durante el califato, albergó tras sus muros una preciada colección de obras de arte. Desgraciadamente, la mayoría de ellas hallan desperdigadas en museos alrededor del mundo ya que son altamente cotizadas por los coleccionistas debido a su exquisitez, singularidad y valor. La que si puedes visitar en el museo es la famosa Cierva, una pieza de bronce de pequeño tamaño mandada elaborar para decorar uno de los muchos surtidores de agua que se encontraban en la ciudad.
Cuando visitar Medina Azahara
Las ruinas de Medina Azahara se encuentran abiertas durante todo el año. Sin embargo, nosotros te recomendamos que, si es posible, vengas a verlas durante los meses de primavera u otoño. Los veranos en Córdoba suelen ser extremadamente calurosos y agobiantes y durante el invierno pueden caer algunas precipitaciones que enturbien la visita.
Muchos coinciden en que la mejor hora para recorrer sus caminos y rincones es a la caída de la tarde ya que de esta manera puedes deleitarte con su iluminación nocturna, aunque otros prefieren a primera hora de la mañana. Lo que si debes tener en cuenta es que Medina Azahara es un espacio que se encuentra completamente al aire libre, lo que significa que las zonas de sombra son bastantes escasas y por ello es recomendable evitar el momento del día donde el sol es más intenso.
De todas formas, te vamos a mostrar los diferentes horarios disponibles para que lo adaptes según tus preferencias:
1 de octubre a 31 de marzo
- De martes a sábado: de 09:00 a 18:00 horas
- Domingos y festivos: únicamente de 09:00 a 15 horas
Del 1 de abril al 30 de junio
- De martes a sábado: el horario se amplia desde las 09:00 hasta las 21:00 horas
- Domingos y festivos: 09:00 a 15:00 horas
Del 1 de julio al 30 de septiembre
- De martes a domingo: de 09:00 a 15 horas
Los lunes siempre permanece cerrado.
En cuanto a los festivos es importante destacar que permanece abierto el 12 de octubre, el 24 de octubre, el 2 de noviembre y el 7 y 8 de diciembre y cierra el 1 de enero, 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre.
Un punto positivo para destacar es que la entrada es completamente gratuita para los ciudadanos de la Unión Europea y únicamente cuesta 1,50 euros para los no comunitarios.
Cómo llegar a Medina Azahara
La ciudad palatina se ubica a unos 8 kilómetros al oeste de la ciudad cordobesa. Para llegar hasta ella hay varias opciones:
La que más abunda entre los visitantes es acudir en vehículo privado hasta el aparcamiento donde se halla la recepción de visitantes y el museo. A partir de ahí, es necesario tomar un bus que te lleva hasta el yacimiento. El coste de los billetes son 2,50 euros para los adultos y 1,50 euros para personas mayores de 65 años y niños cuya edad se encuentre comprendida entre los 5 y 12 años. La compra de los billetes puede hacerse directamente al subirse al autobús y para que no haya esperas muy largas sale uno cada 15 minutos aproximadamente.
Otra alternativa que te lleva directamente al interior de las ruinas es coger el autobús que sale de la Glorieta de Cruz Roja, en el centro de la ciudad. El precio asciende a los 9 euros para adultos y 5 euros para mayores de 65 y niños de 5 a 12 años. Sin embargo, esta tarifa también incluye la lanzadera hasta el yacimiento por lo que al final resulta bastante económica.
Asimismo, se recomienda reservar con un poco de antelación el asiento en el bus para asegurar que se cumplen los aforos permitidos.
Por último, te aconsejamos que si quieres hacer un día de turismo en familia y llevas un carrito de bebé es mejor dejarlo en la taquilla del museo. En algunas partes del recorrido, el suelo no se encuentra en perfectas condiciones debido a la antigüedad del yacimiento y la topografía del terreno en tres niveles puede resultar de difícil acceso para un objeto de tales dimensiones.