Pompeya 1

¿Qué ver en la antigua ciudad de Pompeya?

Erigida como una de las ciudades más icónicas y conocidas del Imperio Romano, a causa de la desgracia que el Vesubio vertió sobre ella, Pompeya es hoy por hoy uno de los mayores complejos arqueológicos que se conservan en el mundo, sin nada que envidiar a los misteriosos templos incas de Cusco o a las majestuosas pirámides egipcias del valle de los Reyes.

Declarada como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en mil novecientos noventa y siete, y como parte intrínseca del Parque Nacional del Vesubio, esta antigua ciudad se presenta como uno de los focos turísticos de mayor relevancia que encontramos cerca de Nápoles, la capital de la región italiana de la Campania.

Ubicada a tan solo nueve kilómetros de esta, Pompeya cuenta con innumerables monumentos y atracciones de índole arquitectónica y cultural, entre los que hemos querido seleccionar diez; los cuales consideramos imprescindibles durante nuestra visita a la ciudad.

10 imprescindibles en Pompeya

La Casa del Fauno

Esta villa construida durante el s. II a. C es una de las más bellas e impresionantes de la antigua Pompeya.

Situada cerca del foro, el espacio cuenta con tres mil metros cuadrados distribuidos en habitaciones, salas y áreas de ocio, erigiéndola como una de las edificaciones más lujosas del complejo.

Redescubierta en mil ochocientos treinta, la casa toma su nombre gracias al hallazgo de la estatuilla de bronce de un fauno danzante en una de sus salas principales durante las excavaciones. Un trabajo que dejó al descubierto otras importantes obras de arte como el mosaico sobre la Batalla de los Issos entre Alejandro Magno y Darío III o la estatua de una divinidad romana de los bosques y la naturaleza. Piezas de las que podemos contemplar sus réplicas, ya que las originales yacen apaciblemente en el Museo Arqueológico de Nápoles.

La Casa del Fauno, Pompeya.

El Foro

Perimetrada por algunos de los edificios más imponentes del complejo arqueológico, como el Templo de Júpiter, el “Macellum” o el Arco de Triunfo de Tiberio entre otros, esta plaza de casi ciento cincuenta metros de largo fue en su día centro de la actividad comercial y social de Pompeya.

Considerado uno de los foros mejor conservados del periodo romano, destaca por su doble columnata realizada originariamente en toba; aunque durante la época imperial sus piezas fueron sustituidas por otras de piedra caliza blanca, de las cuales se conservan algunas que combinan estilos dóricos y jónicos.

El Foro de Pompeya.

El Templo de Apolo

Dedicado a Apolo, dios protector de Pompeya y el más venerado por sus habitantes, este templo es uno de los más antiguos que se conservan en la región de la Campania; estimando su construcción alrededor de los s. VIII y VII a. C.

Ubicado en las inmediaciones del foro, se trata del mayor edificio litúrgico e importante de la ciudad; albergando en su arquitectura elementos pertenecientes a la antigua Grecia como sus pórticos, algunas columnas y las escalinatas que permiten su acceso. Resquicios que aún se mantienen en pie.

Templo de Apolo, Pompeya.

La Villa de los Misterios

Uno de los lugares más impresionantes y visitados de toda la ciudad y sin duda, uno de los imprescindibles que ver en Pompeya.

Situada en las afueras, la Villa de los Misterios es una de las casas burguesas mejor conservadas que podemos encontrar durante nuestra visita a la ciudad.

Datada en el siglo II a. C, destaca por la increíble belleza de su decoración parietal, especialmente la que compone la serie de frescos que representan un culto dionisíaco misterioso destinado a la adoración de la deidat, y cuyo significado aún hoy se desconoce.

Si os atrae lo místico y lo desconocido, este es vuestro enclave ideal.

Fresco de la Villa de los Misterios, Pompeya.

El Lupanar

Probablemente uno de los lugares más curiosos que podemos encontrar en Pompeya, aunque quizás tampoco nos sorprenda tanto teniendo en cuenta que la prostitución era una ocupación regulada por leyes y decretos en la antigua Roma. El Lupanar era pues, un edificio erigido como prostíbulo plenamente integrado en la vida social de los Pompeyanos.

Descubierto durante los trabajos de búsqueda llevados a cabo en el s. XIX, el espacio no se abrió al público hasta el dos mil seis para garantizar su accesibilidad y esplendor, ya que se trata de una gran cosntrucción con dos plantas, estancias de diferentes dimensiones dotadas de camas y aseo y decoración de temática erótica.

Aunque se estima que Pompeya contaba con una treintena de “lupanaris” ubicados en los pisos superiores de las tabernas y en algunas casas particulares, lo cierto es que este, seguramente fue el más importante, ya que toda la edificación estaba dedicada exclusivamente a los servicios de prostitución. Prueba de ello, los grabados hallados en las puertas con los nombres y las especialidades de las mujeres que siglos atrás trabajaron en él.

El Lupanar, prostíbulo de la antigua Pompeya.

Las Termas

Conocidas coloquialmente como baños públicos, las termas en Pompeya eran el lugar al cual acudía la población no solo acudia para mantener su higiene, sino también para sociabilizar.

Estos espacios contaban estancias con aguas a diferentes temperaturas, discerniendo así entre el “caldarium” (agua caliente), el “tepidarium” (agua templada) y el “frigidarium” (fría).

Debido a sus dimensiones, la ciudad contaba en sus orígenes con numerosas termas de las que actualmente se han conservado cuatro:

Las Termas Estabianas

El mayor espacio termal de la ciudad ubicado en su corazón, entre Vía dell´Abondanza y Vía Estabiana , el cual contaba con estancias separadas para hombres y mujeres.

Actualmente, conserva gran parte de su esplendor y belleza, patente en su decoración y en sus hermosas figuras realizadas en estuco.

Las Termas del Foro

Situadas cerca del foro (tal y como indica su nombre) mantienen la estructura diferenciada de las termas Estabianas (sección masculina y femenina). Entre las zonas más destacables del recinto encontramos el “apodyterium” (el vestuario) y el “tepidarium” (el baño de aguas templadas), en los que aún se aprecian vestigios de su distribución, enseres y decoración.

Las Termas Suburbanas

Algo más alejadas del centro neural de la ciudad, junto a la Puerta Marina (una de las cuatro entradas que posee el recinto arqueológico), encontramos las Termas Suburbanas. De tamaño menor y con espacios deficientemente iluminados, estos baños emplazados en un lugar altamente transitado se caracterizan por el hecho de que, a diferencias de los espacios termales interiores, el “apodyterium” era compartido por hombres y mujeres, algo bastante inusual en la época. Aunque lo que realmente hace sobresaliente a las este espacio termal son sus frescos, una composición de ocho escenas sexuales ubicadas en la parte superior de una de sus paredes.

Las Termas Centrales

Concebidas exclusivamente para hombres, estos baños públicos contaron en su día con un “laconicum”, lo que visto hoy con perspectiva, vendrían a ser nuestras actuales saunas.

Termas del Foro en Pompeya.

Los Teatros

Las festividades de carácter religioso y el ocio eran actividades de gran relevancia para el Imperio, las cuales solían acompañarse de espectáculos que se llevaban a cabo en los teatros y anfiteatros de la ciudad. Pompeya cuenta con varias de estas edificaciones entre las que destaca el Teatro Grande o Principal.

Construida a finales del s. II a. C cerca de la Casa del Fauno, esta construcción con curiosa forma de herradura (normalmente las gradas de los teatros romanos presentan forma semicircular) contaba con un aforo para cinco mil personas bajo la cubierta del “velarium”, una lona móvil concebida como protección ante las inclemencias meteorológicas.

Tiempo después, junto a este, las excavaciones pusieron al descubierto otra edificació, el Odeón, o como popularmente se le conoce, el Pequeño Teatro. De características muy parecidas, pero con un aforo limitado a unos mil espectadores, este estaba destinado a albergar únicamente actuaciones musicales y recitales poéticos.

Teatro Grande de Pompeya.

El Anfiteatro

Se trata de la edificación de piedra más antigua jamás hallada y una de las muestras arquitectónicas romanas más imponentes. Construido entorno al año setenta a. C, el Anfiteatro de Pompeya fue escenario de sangrientos “Ludi Gladiatorii”, batallas que se organizaban entre gladiadores para distraer a los altos cargos del imperio y que fueron contempladas por los ojos de más de veinte mil espectadores.

Como dato curioso añadir que, a diferencia de otros anfiteatros de la época, el erigido en la antigua ciudad de Pompeya no cuenta ni con pasajes ni con galerías subterráneas, aunque si pueden apreciarse aún hoy, los agujeros que se utilizaban en la parte superior del recinto para apoyar el “velarium” que cubría a su público.

Anfiteatro de Pompeya.

Los Domus (Las Casas)

Pompeya ha dejado al descubierto numerosos tesoros entre los que sus villas ocupan un lugar destacado. No solo la Casa del Fauno o la Villa del Misterio, en la ciudad encontramos otros “domus” relevantes como:

La Casa del Poeta Trágico

Edificación del s. II a. C destacada por el famoso fresco que contiene la inscripción “Cave canem” (atento al perro) y sus parterres de mosaico.

La Casa de Menandro

Una de las villas más lujosas y mejor conservadas de la ciudad, la cual debe su nombre a la escultura del poeta griego Menandro, que se encontró en una de sus estancias.

La Casa de Octavius Quartio

Famosa por sus bellos jardines decorados con frescos pompeyanos.

La Casa Dei Quadretti Teatrali

En la que destaca la espectacular mesa de mármol que aún se conserva y en la que podemos apreciar la espectacularidad y detalle de sus esculturas de leones y sus frescos inspirados en obras de poetas como Eurípides y Menandro.

La Casa della Fontana Piccola

Conocida por su fuente del ninfeo.

La casa del Laberinto

Una auténtica villa aristocrática que debe su nombre al fascinante mosaico que alberga sobre la lucha entre Teseo y el Minotauro dentro del Laberinto. En ella podemos admirar otros los elementos arquitectónicos típicos de la época como el “peristillo” que bordea sus jardines, una columnata típica en este tipo de casas.

La Casa del Poeta trágico, Pompeya.

Orto dei fuggiaschi (El Jardín de los fugitivos)

Hasta el momento, cada uno de los lugares sugeridos se presentan como visita obligada ante el viajero, pero si hay un enclave que no podéis eludir, este es sin duda “Orto dei Fuggiaschi”.

Es sobrecogedor imaginar cuantos ciudadanos quedaron sepultados por la erupción del Vesubio, cuantos murieron en sus casas, en las calles o en sus comercios; sin tiempo de actuación, congelados ante el horror. Durante las labores de excavación se hallaron unos dos mil cadáveres repartidos entre distintos puntos de la ciudad (aunque se estima que Pompeya contaba con unos quince mil habitantes), de los cuales se extrajeron moldes de yeso. Unas reproducciones que hoy nos permiten ser testigos de un espectáculo atroz y a la par conmovedor.

El Jardín de los Fugitivos es uno de los lugares donde se concentra un mayor número de estas reproducciones. Situado cerca de Porta Nocera, alberga un total de trece moldes de adultos y niños intentando escapar de las coladas. Un lugar que difícilmente nos dejara indiferentes y que se perfila como testimonio desgarrador de la catástrofe que sufrió la ciudad.

Estatua del Jardín de los Fugitivos, Pompeya.

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