Ubicada entre las montañas de los Vosgos y el Rin, Alsacia, con poco más de ocho mil quilómetros cuadrados, es la región más pequeña de Francia.
Compuesta por dos departamentos, el del Alto y Bajo Rin, su estratégica situación fronteriza con Alemania y Suiza y sus excelentes comunicaciones con ciudades tan representativas como París, Lyon, Munich o Zurich, la han erigido como centro neurálgico de lo que se conoce como la Mitteleuropa (Europa Central).
Con un legado histórico marcado por los conflictos y las guerras absurdas, este territorio compuesto por numerosos pueblos y villas llenos de encanto ha sido, a lo largo de la historia, punto de encuentro entre civilizaciones.
Primero fueron los romanos y los bárbaros. Siglos después se convirtió en campo de batalla de franceses y alemanes. Hasta convertirse hoy en paradigma de la cara amable del continente, de sus instituciones y sus acuerdos; pues su capital, Estrasburgo, es conocida por ser sede del Parlamento Europeo.
Mezcla de cultura, arte y naturaleza, Alsacia posee la mayor concentración de castillos y palacios del mundo, además de numerosas construcciones litúrgicas y fortificaciones que salpican bucólicos paisajes como los que conforman las reservas naturales de des Ballons des Vosges o de des Vosgues du Nord; dos de los grandes parques nacionales que atestiguan la gran variedad de microclimas que posee la zona y las profusas, fauna y flora centroeuropeas.
Pero la región no es solo un resumen de crónicas y monumentos; su rica y variada gastronomía incorpora algunas de las especialidades y productos más destacados de las cocinas francesa y germánica.
Quesos, vinos, carnes… un ecléctico recetario en el que no pueden faltar platos como la choucroute (una contundente elaboración preparada con col marinada, salchichas y carnes) o el flammekueche (variante alsaciana de la tarta flambée francesa, muy parecida a una pizza) acompañados de los vinos propios de la zona.
Como veis, un destino lleno de atractivos y enclaves por descubrir.
Por eso, en este post, os queremos proponer un viaje por los que consideramos los siete pueblos con más encanto de esta demarcación francesa; aquellos que condensan los atributos del territorio y se revelan como parada obliga durante la escapada a tierras alsacianas.
Estrasburgo
Considerada una de las ciudades más bonitas y visitadas del noreste de Francia, Estrasburgo, es la puerta de entrada perfecta para iniciar la ruta por Alsacia.
Conocida por su excepcional legado arquitectónico, histórico y cultural, la localidad ha sabido preservar el encanto medieval y el colorido característico de las villas de la región (sobre todo en su bello centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988) y aunarlo con el dinamismo y la vanguardia propios de las capitales europeas.
Pasear por sus calles, dejarse embriagar por su ambiente mágico, perderse entre los majestuosos edificios de corte alemán de la parte nueva… Esta bella localidad esconde mil y un tesoros y propuestas entre las que sin duda no os podéis perder:
La Petite France
Se trata del centro histórico de la ciudad, uno de los rincones más pintorescos y turísticos que ver en Estrasburgo.
Sus canales, sus coloridas viviendas, sus numerosos restaurantes y establecimientos, el folclore que rezuman sus calles… El enclave ideal para descubrir la cara más auténtica y genuina de esta pequeña capital.
Los Puentes Cubiertos
Los Ponts Couverts. Un conjunto formado por tres puentes, en su día cubiertos por unas techadas de madera, y cuatro torres; construidos durante el s. XVIII como bastión defensivo del barrio de la Petit France.
Un apacible recorrido sobre las aguas de los cuatro canales del río Ill que os transportará a tiempos pretéritos.
La Presa Vauban
Situada a escasos metros de los Puentes Cubiertos, la Presa Vauban (Barrage Vauban) fue construida a finales del s. XVII en substitución de estos para defender la parte sur de la ciudad.
Si os acercáis al lugar no dejéis de acceder a la terraza situada en su azotea, desde la cual podréis divisar unas bonitas vistas del municipio.
La Catedral
Construida entre los siglos XII y XV, esta impresionante catedral gótica se erige como la segunda construcción litúrgica más alta de Francia, después de la seo de Rouen; y la más visitada depués de la de Notre-Dame de París.
La Casa Kammerzell
Ubicada en la Plaza de la Catedral, la Maison Kammerzell es uno de los edificios mejor conservados del gótico.
Su singularidad y su oscura fachada le han otorgado el privilegio de convertirse en una de las construcciones más afamadas de Estrasburgo, la cual alberga hoy un lujoso hotel-restaurante.
El Palacio Rohan
De estilo clásico, el Palais Rohan, situado en las inmediaciones de la catedral, es sede de los museos de Artes Decorativas, Bellas Artes y Arqueológico.
Sin duda, una visita eminentemente cultural.
La Plaza Kléber
Se trata de la plaza principal de la localidad. Punto comercial y lugar de encuentro sociocultural de sus habitantes, en la que encontraréis monumentos y edificaciones tan emblemáticas como la estatua del general Jean-Baptiste Kléber o el edificio clasicista de Aubette.
El Palacio Europeo
Epicentro de diversos organismos e instituciones europeas, Estrasburgo cuenta con espacios sumamente relevantes para acogerlos como el Palais de L’Europe, el cual es sede del Consejo Europeo desde 1977.
El Parque de l’Orangerie
Muy cerca del aquí descubriréis el Parc de l’Orangerie, el pulmón verde de la ciudad.
Un espacio en el que realizar actividades al aire libre, disfrutar de un delicioso pícnic o simplemente desconectar del ajetreado ritmo urbanita.
Además, en su interior podréis visitar un pequeño zoo gratuito, pasear en barca por su lago o acceder a alguna de las exposiciones que se efectúan en el conocido como edificio Joséphine.
El Museo Alsaciano
Un interesante museo etnográfico que presenta las tradiciones populares de la Alsacia de los s. XVIII y XIX a través las prácticas culturales de sus gentes y sus objetos cotidianos.
Colmar
Sin duda, Colmar es uno de los municipios más conocidos de la región.
Casas de diferentes estilos y colores, edificios góticos y renacentistas, bellos entramados de madera… Colmar es el escenario en el que se suceden los cuentos de hadas, motivo por el cual no es de extrañar que fuera elegido para inspirar el pequeño pueblo en el que vivía Bella, de la Bella y la Bestia. Aunque ese es un prestigio que se disputa con otras dos hermosas localidades alsacianas, Eguisheim y Riquewihr.
Una ciudad que no deja indiferente, pues cuenta con atractivos ineludibles como:
El Museo Unterlinden
El más importante de la localidad.
Ubicado en un antiguo convento del s. XIII, en él se exponen numerosas obras de arte pertenecientes al gótico francés.
La Casa de las Cabezas
De estilo renacentista, la Maison des Tetes es uno de los imprescindibles durante vuestra visita a Colmar.
Se trata de un edificio de fachada peculiar en la que podréis admirar las grotescas muecas de las ciento cinco caras esculpidas que la decoran.
Una estampa muy, muy peculiar.
La Iglesia de los Dominicos
Una de las construcciones religiosas más significativas de la ciudad gracias a las hermosas vidrieras del s. XIV que prenden de color su interior.
Un espacio en el que encontraréis, además, un bello retablo de la Virgen de las Rosas.
La Calle des Marchands
Sin duda, la Rue des Marchands es la calle más emblemática de la localidad.
Su adoquinado recorrido, salpicado por la típica arquitectura de las casas alsacianas, alberga espacios tan pintorescos y enigmáticos como la casa Pfister o el museo Bartholdi, en el que podréis descubrir cuál es la estrecha relación que mantiene este bello municipio con la Estatua de la Libertad de Nueva York.
La Casa Pfister
Construida en el año 1537, esta casa burguesa de estilo renacentista es de los enclaves más fotografiados de la zona; pues en su fachada se representan algunos de los pasajes del antiguo y nuevo Testamento, además de los retratos de algunos emperadores.
Una de las villas más bonitas de la ciudad.
La Plaza de la Catedral
Situada en pleno corazón de Colmar, la Place de la Cathedrale notables edificios como el de la Colegiata de San Martín, una de las iglesias góticas más importantes de la región; o el del Antiguo Cuerpo de la Guardia, el cual realizó la función de ayuntamiento tiempo atrás.
La Plaza de la Antigua Aduana
Y pasamos de una plaza a otra. En la de l'Ancienne Douane podréis visitar el Koïfhus, el edificio público más antiguo la villa, el cual, a lo largo de la historia sirvió como almacén, además de realizar funciones como político.
El Barrio de los Curtidores
A lo largo de la Rue des Tanneurs se encuentra este precioso barrio en el que vivían y trabajaban los antiguos artesanos peleteros.
Sus viviendas, restauradas entre 1968 y 1974, representan la tradición arquitectónica alsaciana, protagonizando una de las estampas más icónicas de la localidad.
Una imagen de postal que no os podéis perder.
El Mercado Cubierto
Se trata de un antiguo edificio de ladrillo y armazón situado junto al muelle de los pescadores, a orillas del río Lauch.
Productos frescos y de temporada, delicias típicas de la región… El mercado cubierto es testigo del día a día de los colmarienses, el marco idóneo para conocer su cultura y tradición.
La Petite Venise
El barrio de Krutenau, conocido como la “pequeña Venecia” gracias a los canales que lo atraviesan, es una de las zonas más bonitas de Colmar.
Locales de copas, restaurantes, establecimientos típicos y el ir y venir de autóctonos y foráneos lo convierten en el punto y final perfecto de vuestra visita a esta bella ciudad.
Turckheim
Situado a escasa distancia de Colmar, en el valle de Fencht, encontramos Turckheim; un pequeño pueblo capaz de captar toda la esencia y encanto de la región.
Perteneciente a la Ruta de los Vinos (Route des Vins) y la Ruta Verde (Route Verte), el municipio es mundialmente conocido por su enorme calendario de Adviento que, a partir de todos los 1 de diciembre va abriendo diariamente cada una de sus ventanas en el acontecer de una hermosa ceremonia.
Habitado desde la época galo-romana, la villa, sus apacibles calles llenas de historia y su amplio patrimonio arquitectónico ofrecen un entrañable espectáculo orquestado por decenas de casitas ornadas con florales.
Un viaje al pasado que transita a través de puertas medievales, casas imperiales, murallas y otros enclaves emblemáticos e imprescindibles que os presentamos a continuación.
La Puerta de Francia
Aunque Turckheim cuenta con varios accesos de entrada erigidos principalmente durante el medievo, la conocida como Porte de France es sin duda el más importante; pues tiempo atrás, a través de este, los comerciantes, principalmente los provenientes de tierras suizas, accedían al municipio.
A pesar del tiempo transcurrido, este magnánimo paso conserva aún algunas de sus partes originales; aunque han desaparecido el puente levadizo y las puertas que blindaban el municipio al caer la noche.
La Plaza Turenne
Al cruzar por la Puerta de Francia, encontraréis la Place Turenne y su bella fuente. Una hontanal del s. XVIII en el que podréis admirar una bucólica imagen de la virgen y el niño Jesús.
Además, en sus inmediaciones se ubican algunos de los edificios más solemnes de la villa, como el Guard-House, sede de la oficina de Turismo; o la impresionante casa que hace esquina con la plaza, datada en el año 1568.
La Plaza de la Iglesia
Contigua a Plaza Turenne se ubica la de l´Eglise, lugar donde anualmente se instala el famoso calendario de Adviento.
En ella, además, podréis visitar la Iglesia de Santa Ana, un templo religioso originario del s. XIII que posee preciosos detalles característicos del gótico y el neoclásico; el Ayuntamiento, declarado monumento histórico en 1930 o el precioso Hotel de Ville.
La Grand Rue
Se trata de la calle principal de la ciudad, la cual se extiende desde la Place Turenne hasta la Puerta de Munster; otro de los accesos con los que cuneta Turckheim.
A lo largo de su trayecto se alzan bellas construcciones alsacianas de principios del s. XVII.
Si la recorréis en Navidad, seguro que os embelesaréis con su opulenta decoración.
Mulhouse
Mulhouse, es una de las ciudades más hermosas de Alsacia y la segunda más grande después de Estrasburgo.
Influenciada por la proximidad de Suiza y Alemania, la localidad presenta rasgos culturales, históricos y artísticos propios de ambos países, convirtiéndola en uno de los epicentros de creatividad de la región.
Una proyección que no solo se debe a la plasticidad de sus obras y arquitectura, pues la localidad presenta gran cantidad de lugares y sitios impresionantes que conocer entre los que destacamos:
La Iglesia Protestante de San Esteban
Construida en 1866, inicialmente como templo católico, la Iglesia gótica de San Esteban pasó siglos después a pertenecer a la orden protestante.
En su interior encontraréis unas antiguas vidrieras pertenecientes a una capilla anterior, consideradas las más pretéritas que se conservan en Alsacia.
El Antiguo Ayuntamiento
Sin duda el verdadero emblema del municipio.
De marcado estilo renacentista, el edificio del Ayuntamiento destaca por su llamativa fachada en color rosa en la que se distinguen diversas pinturas que muestras los escudos de la República de Mulhouse y las figuras de las virtudes.
Un soberbio exterior que ejerce de anfitrión de unos exquisitos interiores y la magnificencia artística de sus frescos.
Añadir que en el edificio se encuentra el Museo Histórico de la ciudad, el cual es de acceso gratuito.
La Casa Mieg
En la plaza de la Reunión, una de las más concurridas de Mulhose, encontraréis bonitos edificios entre los que despunta la interesante arquitectura renacentista de la Maison Mieg. Una casa burguesa construida en 1418 que reconoceréis gracias a su torreón y la decoración pictórica de su fachada, datada en 1799.
La Ciudad del Automóvil
Convertido en uno de los principales focos de atracción de la zona, el museo Cité del Automobile es de los más importantes dedicados a los turismos a escala mundial gracias a sus más de doscientos cuarenta y tres coches clásicos entre los que destaca un valioso Bugatti Royale.
Un espacio en el que conocer la evolución histórica de estos vehículos a través de la belleza de sus carrocerías y la precisión de su mecánica.
La Capilla de San Juan
Catalogada como una de las edificaciones más antiguos de la localidad, la Capilla de San Juan, perteneciente a la Orden de Malta, fue abandonada durante la Reforma Protestante para, siglos después, ser rehabilitada y convertida en sede de conciertos y eventos.
Arte urbano
Tal como hemos citado anteriormente, esta villa destaca por ser la capital artística de Alsacia. Título al que hace honor a través de las numerosas fachadas de sus construcciones, las cuales, decoradas, muestran el pasado y el presente creativo de la región.
Ejemplo de ello, son los más de sesenta edificios calificados con los que cuenta el municipio.
El Museo de Telas Estampadas
Aunque oficialmente abrió sus puertas en 1955, el origen del Museo de Telas Estampadas se remonta al año 1833, cuando los industriales textiles de Mulhouse decidieron aunar en una colección las telas que iban diseñando; consiguiendo a día de hoy, reunir un fondo de más de seis millones de piezas.
Este espacio muestra el pasado glorioso de la industria de la tela en la ciudad, la cual llegó a contar con hasta ciento cincuenta fábricas; además de ofrecer al visitante la oportunidad de recorrer las exposiciones temporales que ofrece, vinculadas al diseño y moda característico de los siglos XVIII y XIX.
Sin duda una visita obligada para todo “it girl” o “it boy” que se precie.
El Mercado de Mulhouse
Los mercados se erigen como lugares idóneos en los que descubrir la cara más auténtica de una ciudad y sus habitantes, y el de Mulhouse no es ninguna excepción.
Ubicado en el edifico The Halle, este gran almacén de comestibles acoge trescientos cincuenta puestos en los que se despachan no solo productos de la región; manjares venidos desde otros continentes reflejan el carácter cosmopolita del mercado, el municipio y sus gentes.
Como dato de interés, señalar que todos los sábados se instala en él una zona especial dedicada a los pequeños productores locales, proporcionando una ocasión de oro para degustar algunas de las exquisiteces de la región.
Kaysersberg
Alsacia se sitúa en el top ten de pueblos con encanto por kilómetro cuadrado, motivo por el cual elaborar una “short list” que solo incluya siete es casi una empresa imposible. Aun así, Kaysersberg siempre aparece en todas las quinielas.
Ubicado a unos quince minutos de Colmar, este pequeño pueblo de calles adoquinadas, casas de cuento, paisajes bucólicos y atmosfera mágica, es de esos lugares que deleitan al visitante. Prueba de ello es la condecoración que obtuvo en 2017, alzándose con el título de pueblo favorito de los franceses.
Vaya, una parada obligada durante vuestro viaje por tierras norte-francesas que incluye la visita a lugares como:
La Calle Général de Gaulle
La rue principal de Kayserberg y una de las más bonitas, gracias a la arquitectura de sus casas y sus fachadas coloridas.
Un trazado en el que seréis testigo del día a día de los habitantes de la localidad, a la vez que podréis admirar algunos de sus atractivos más destacados.
La Iglesia de la Santa Cruz
Al final de la Rue du Général de Gaulle encontraréis esta capilla del s. XIII, otro de los lugares imprescindibles que ver en la ciudad; pues alberga un tesoro de gran valor histórico entre sus muros, un retablo de madera del artista Hans Bongart, datado en el año 1518.
Pero esta no es la única sorpresa que ofrece templo, pues la figura de su Cristo, situada en la nave central, acapara todas las miradas con sus más de cuatro metros de altura.
La Fuente de Constantino
Justo al lado de dicha iglesia, veréis una apacible plaza en la que destaca una hermosa fuente del s. XVI, la Fontaine Constantin
El Puente Fortificado
Construido en 1514, el Pont Fortifie se erige como puerta de entrada al casco histórico de Kaysersberg, además de realizar la función de nexo entre las dos partes del municipio que separa el caudal del río Weiss.
La Casa Faller-Brief
Antes de cruzar el puente nombrado anteriormente, veréis una casa que destaca por encima de las demás. Se trata de la Maison Faller-Brief, proyectada en el año 1594.
De un suave color crudo y decorada con el típico entramado de madera característico en las construcciones alsacianas, esta villa es sin duda la más bonita de la localidad.
La Calle des Forgerons
Se trata de otra de las calles con más encanto y uno de los lugares más fotografiados del municipio, situada a la izquierda tras cruzar el Pont Fortifie.
La Capilla de Saint-Michel
Esta pequeña edificación religiosa datada en el s. XV se encuentra en las inmediaciones del ayuntamiento de la ciudad y alberga uno de los osarios más importantes de la región. Razón por la cual está considerada monumento nacional.
El Castillo
Construido durante el s. XIII, el Castillo de Kaysersberg, ahora en ruinas, podría ser considerado uno de sus símbolos.
Ubicado sobre un pequeño montículo a escasos diez minutos de la Rue des Forgerons, su privilegiada situación ofrece una de las panorámicas más espectaculares de la villa y sus alrededores.
Eguisheim
Probablemente, uno de los pueblos más visitados de Alsacia y de los más conocidos, ya que en él nació Bruno de Eguisheim-Dagsburg, más conocido como el Papa León IX.
Situado a una hora de Estrasburgo, este pequeño municipio medieval cautiva con su arquetípica arquitectura, sus colores y el trazado circular de sus callejones. Enclaves en los que es fácil imaginar tiempos pasados como los que atestiguan:
Le Pigeonnier
Este antiguo palomar, convertido en icono de Eguisheim es una de las casas más fotografiadas de la ruta alsaciana, a la vez que ejerce de puerta de entrada al casco histórico de la ciudad.
Las Murallas
Eguisheim posee dos murallas que fueron alzadas durante el medievo para proteger las grandes colecturías, propiedad de aquellos nobles y clérigos que comerciaban con el vino y recaudaban impuestos.
En estos cercos habían existido hasta cuatro puertas de acceso, las cuales fueron destruidas durante el s. XIX.
Las Inscripciones y Signos
Durante vuestro paseo por las calles de la localidad, fijaos en los dinteles de las puertas de sus casas. En ellos veréis inscripciones y algunos epígrafes que referencian las iniciales de aquellos que las habitaron y el año en que fueron construidas, además de textos religiosos que se creía, ahuyentaban la mala suerte, y los escudos que indicaban el oficio que se ejercía tras sus muros.
La Plaza del Château Saint-León
A pesar de sus reducidas dimensiones, se trata del ágora principal de la ciudad.
En ella podréis admirar algunos edificios representativos, además de su elemento central; la gran fuente circular en la que se alza la estatua del Papa León IX.
La Capilla del Papa León IX
Ubicada en la misma plaza, encontraréis la capilla consagrada a esta personalidad.
De aspecto exterior sobrio, el templo posee un ecléctico interior lleno de contrastes y representaciones que inmortalizan la vida de su santidad.
Su acceso es gratuito.
La Iglesia de San Pedro y San Pablo
Y pasamos de una iglesia a otra, esta vez a la de Saint-Pierre-et-Paul, situada a escasos metros de la Plaza del Château Saint-León.
Construida durante el s. XIII, en su interior podréis contemplar las esculturas erigidas en honor a los dos santos, un bello pórtico románico y una extraña talla de la Virgen Abridera del s. XIV, realizada en madera policromada.
Riquewihr
Conocido como la “Perla de los Viñedos”, Riquewihr es uno de esos preciosos pueblos alsacianos que no podéis perderos; además de ser considerado el más bello de la Ruta del Vino.
Recorrer sus atemporales calles engalanadas de flores, contemplar sus pintorescas casas y disfrutar del coloquialismo y cercanía de los lugareños, es evocar la magia y el misticismo de la narratología fantástica e imaginarnos protagonizando las escenas y hazañas de un cuento.
Historias que desbordan las reducidas dimensiones de esta villa y que se extienden más allá de sus atractivos y rincones entre los que no os podéis perder:
El Ayuntamiento
Como suele ser habitual en los municipios, el edificio sede del ayuntamiento es uno de los más representativos. En el caso de Riquewihr, os encontraréis con un bello edificio de estilo neoclásico que ejerce de acceso al centro histórico de la localidad a través del gran portal abierto situado en sus bajos.
La Calle du Général de Gaulle
Con el mismo nombre y con la misma importancia, pero en otra ubicación (Rue du Géneral de Gaulle, calle principal de Kaysersberg). Así se presenta esta calle, a lo largo de la cual disfrutaréis del colorido de bellas casas entramadas, convertidas muchas de ellas en hoteles, restaurantes y establecimientos en los que adquirir curiosos souvenirs propios de la región.
La Tienda de Käthe Wohlfahrt
En esta misma vía, el establecimiento de Käthe Wohlfart es parada obligada.
Tanto si viajáis a Riquewihr en Navidad como si lo hacéis durante cualquier otra época del año, no podéis marcharos sin visitar una de las tiendas navideñas más famosas del mundo.
Llena de todo tipo de detalles y adornos, cruzar sus puertas es dejarse envolver por el auténtico espíritu navideño.
Sin duda, uno de los imprescindibles a descubrir en este precioso enclave.
La Torre Dolder
Situada al final de la Rue du Général de Gaulle encontraréis esta torre de veinticinco metros de altura datada en el s. XIII, la cual fue construida como baluarte.
En la parte exterior destacan su entramado de madera y el campanario, en el que se encuentra un bonito reloj; mientras que el interior albergar un museo de armas de época.
La Fuente de la Sinne
De gran trascendencia histórica, la Fontaine de la Sinne, ubicada a los pies de la Torre Dolder, no llama demasiado la atención debido a sus reducidas dimensiones. A pesar de ello, este manantial del s. XVI posee algunos detalles curiosos como los escudos de los que fueron, en su día, propietarios de la ciudad.
La Puerta Alta
Conocida también como la “Torre Alta”, la Porte Haute fue construida a finales del s. XII como segunda puerta defensiva del municipio.
En ella se conservan aún la reja original y las antiguas vigas de madera que alzaban su puente levadizo.
La Calle de las Tres Iglesias
La Rue des Trois Églises, la segunda más importante de Riquerwihr; la cual debe su nombre a los tres templos cristianos que antiguamente se alzaban en ella: la Iglesia de Santa Margarita, datada entre los siglos XII y XV; la de peregrinación, de principios del siglo XIV y dedicada a Notre-Dame; y la de Saint-Erard, de finales del siglo XVI, rodeada por el cementerio de la ciudad.
A día de hoy, en esta misma calle, encontraréis otras dos capillas, la protestante y la católica.
La Torre de los Ladrones
Finalmente, durante vuestra visita a la localidad también podréis descubrir la Torre de los Ladrones. Una majestuosa construcción de dieciocho metros de altura concebida inicialmente como prisión en 1550, convertida en museo en el que se exponen armas de época y hasta la recreación de una sala de tortura.