Situado en el corazón de Navarra, el Castillo de Olite es la edificación medieval mejor conservada de España.
Esta fortaleza, declarada patrimonio histórico de la humanidad, ha sido reformada y parcialmente reconstruida. Si eres alguien que ama esta época histórica, sin duda no te dejará indiferente y en ella podrás pasar un día simulando que eres parte de la corte de Olite.
Una breve historia
Levantado por Carlos III el Noble entre los siglos XIV y XV, el Castillo de Olite se convirtió en sede principal de la monarquía de Navarra y lugar de residencia de sus reyes.
Estos ya eran admirados en esa época por toda Europa, gracias tanto a su castillo como a su gestión del territorio y la economía en general.
Es irónico que su diseño fuera influenciado por el estilo francés. Ya que, durante la guerra de independencia española, uno de los generales hispanos tuvo que reducirlo prácticamente a cenizas para evitar que pudiera actuar como fortificación francesa y se convirtiese de este modo en un punto estratégico clave para luchar contra los mismos españoles.
No fue hasta principios del siglo XX cuando se realizó un concurso para la reconstrucción del Castillo de Olite y así poder recuperar su estado más magno, conservando una obra universal y de vital importancia para entender la historia medieval española.
Un escenario lleno de magia
El Castillo de Olite no solo es la edificación en sí, sino también el mismo pueblo de Olite que lo rodea, el cual casa perfectamente con su obra magna gracias a callejuelas y edificios que bien podrían pertenecer al siglo XIV.
Parece el set de una película de Ridley Scott pero sin presupuesto para arte, pues viene incorporado de serie para nuestro deleite.
El castillo se divide en una serie de secciones destacadas que comentamos a continuación:
Sala de excavaciones
Nuestra primera visita es en la sala de excavaciones, un lugar que nos hará sentir como si fuéramos los mismísimos Indiana Jones explorando las ruinas reales de lo que fue el Castillo de Olite original. Aquí, podemos entrar en contacto con lo que un día fue la maravilla de Europa y donde tantos sucesos político-monárquicos tuvieron lugar propiciados por una importante pero frágil economía.
Cuando se descubrieron estas ruinas, los arqueólogos hicieron los estudios pertinentes y, después de realizar varias catas, encontraron varios soportes del castillo original como un pilar, una columna y parte del muro.
Esto permitió sentar las bases de lo que sería la reconstrucción prácticamente total de la obra original, que si bien no deja de ser un tanto especulativa, nos permite visitar y disfrutar de la escenografía de un castillo medieval. Lo cual no deja de ser una ventaja que nadie cambiaría por una ruina vista desde lejos.
Las dependencias de los reyes
Ya os avisamos que el ascenso hacia las dependencias de los reyes no es apta para claustrofóbicos.
Aunque esté restaurado, se trata de un castillo medieval. Por tanto, Olite nos hace seguir un recorrido ascendente a través de las torres o atalayas de la edificación, las cuales solían ser de una sola dirección. El espacio de maniobrabilidad es por tanto limitado aunque la gente vaya subiendo y bajando.
Una vez superamos tan estrecha contienda, las dependencias de los reyes se abren ante nosotros en la torre principal, marcando el centro neurálgico del Castillo reformado de Olite y siendo el punto de partida para poder explorar el resto del monumento de manera arbitraria.
Si bien podemos decidir continuar la visita en el interior de esta belleza arquitectónica, os recomendamos que hagáis una pequeña pausa para poder contemplar desde los balcones reales el paisaje de horizontes imposibles que se presentará ante vosotros.
Es una excelente oportunidad para apreciar la belleza de las tierras navarras, cuya geografía os llevará en un viaje forjado a partir de siglos de historia a la capital, Pamplona, situada en la distancia y difuminada por los rocíos naturales que se elevan desde los campos de cultivo.
Dentro de estas vistas privilegiadas podemos reconstruir mentalmente la muralla original de Olite, la cual rodeaba toda la villa de manera circular.
Varios documentos encontrados durante los años han confirmado que tanto el rey Carlos II el Malo, como su hijo Carlos III el Noble, ordenaron diferentes reparaciones de la fortificación. Estas mejoras seguramente se deben a que durante esos años recibieron más de una visita poco amigable por parte de enemigos que atacaron y mermaron la única protección que tenían tanto castillo como villa.
Las cuatro torres
La Torre de los cuatro vientos, la Torre de Aljibe y la Torre de las tres coronas constituyen el triunvirato definitivo del Castillo de Olite, pues estas maravillas representan uno de los motivos principales para visitar este lugar.
No obstante, la torre por excelencia del Castillo real de Olite es, sin duda, la Torre del Homenaje.
Con unos 40 metros de altura, este es el punto más alto de un palacio que, de entrada, nunca ha resultado pequeño. Aunque no lo parezca, la Torre del Homenaje llegó a ser incluso mucho más protuberante, cosa que hacía que impusiera su presencia bíblica en toda la provincia, provocando que fuera eso lo primero que vieras al entrar en contacto visual con el castillo.
Su altura original también se debía al hecho que, antes de su parcial destrucción, tenía unas terrazas que fueron reforzadas con una estructura todavía más amplia y sólida, hecho que provocó el aumento de altura.
Esto también lleva a un debate que ha habido durante años sobre si esta edificación es más un castillo o un palacio.
Básicamente, se considera más un castillo cuando una estructura similar puede defenderse por sí misma y tiene los recursos y espacios para montar defensas como atalayas, trabucos lanzapiedras o colocación de arqueros.
Por otro lado, un palacio es un espacio arquitectónico dedicado más a la realeza, es decir, un espacio donde se puedan realizar bailes de todo tipo y celebraciones dedicadas a la nobleza, bodas entre los adinerados, galerías de arte y tapices, etc.
En el caso del Castillo de Olite, añadiendo más a su leyenda, puede actuar a la vez de castillo y palacio. Cumple las características de ambas calificaciones, cosa que nos hace percibirlo desde otro punto de vista, uno muy especial y con más complejidad de la que nos creíamos.