Situado en la provincia de Beira Litoral, en la localidad de Batalha, El Monasterio de Santa Maria da Vitória, más conocido como Monasterio de Batalha, está considerado como una de las Siete Maravillas de Portugal.
Exquisito ejemplo del estilo Manuelino que impera en tierras lusas (gótico tardío), este espectacular templo religioso alzado en el año 1386 por orden y gracia de San Nuno de Santa María y el rey Don Joao I de Portugal, fundador de la dinastía Avís, fue clasificado como monumento nacional en 1910 y, tiempo después, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Unas titulaciones que avalan la gran riqueza histórica del complejo, la cual evidencia su profusa arquitectura en la que destacan los enormes frontones, capiteles, pináculos y contrafuertes lo sostienen.
Su faraónica obra tuvo lugar entre los s. XIV y XVI y fue llevada a cabo por nada más y nada menos que un total de quince arquitectos que, a pesar de sus revolucionarias técnicas y nuevos estilos, nunca la llegaron a dar por finalizada.
Sin duda un lugar que forma parte de las crónicas y la cultura portuguesas y que se revela como uno de los mejores monumentos a visitar cerca de Fátima.
Un repaso a la historia del Monasterio
Con un pasado estrechamente vinculado a la dinastía Avís, el Monasterio de Batalha fue erigido para conmemorar la victoria de las tropas de su majestad Don Joao I ante los castellanos en la batalla de Aljubarrota, pues este había prometido a la Virgen María que si ganaba le construiría “lo más grande” en muestra de su agradecimiento y devoción.
Bajo este precepto, la edificación se llevó a cabo durante más de dos siglos, entre los años 1386 y 1517, y siete reinados. Tiempo en que recursos humanos, técnicos y materiales estuvieron a las órdenes de un total de quince “mestres das obra” (arquitectos), siendo el primero de ellos el portugués Afonso Domingues, quien, entre otras estructuras, diseñó la planta de la iglesia y el claustro real. Áreas en las que aun hoy puede apreciarse el esplendor de la arquitectura gótica y la influencia del estilo del Periodo Perpendicular inglés, presente en templos como la Catedral de Canterbury o la de York Minster.
Estos trabajos fueron continuados por Huguet entre 1402 y 1438; proyectista de descendencia catalana que introdujo los decretos del gótico flamígero en espacios como la fachada principal del monasterio, la cúpula de la Sala Capitular o la Capilla del Fundador, entre otros. A él también se atribuye la elevación de la nave central de la Iglesia, la cual, con sus más de treinta y dos metros de altura, alteró las proporciones interiores, consiguiendo que esta pareciera mucho más estrecha.
Ya en tiempos de Afonso V, fue Fernão de Évora, quien continuó con la construcción hasta el año 1477; añadiendo el Claustro dedicado a su actual majestad, las dependencias adyacentes, y el pórtico de las Capillas Imperfectas.
Un siglo después y tras otros tres reinados, las obras del templo fueron interrumpidas; pues en ese momento Manuel I, quien entonces gobernaba Portugal, decidió invertir todos sus recursos y esfuerzos en el fastuoso alzado del Monasterio de los Jerónimos, en Lisboa.
En 1755, el magno terremoto que azotó el país provocó algunos daños en el edificio de Santa Maria da Vitória, los cuales fueron agravados entre 1810 y 1811 por los asedios de las tropas napoleónicas de Masséna que, después de expulsar a los Dominicos del complejo, terminaron dejándolo en ruinas.
Fue Fernando II de Portugal quien treinta años después inició un exhausto programa de rehabilitación, consiguiendo salvar el convento en colaboración con el arquitecto Luís Mouzinho de Albuquerque que, inspirado por los grabados de Thomas Pitt, lo convirtió en todo un glorioso símbolo de la dinastía Avís. Una restauración que duró hasta principios del s. XX, momento en el cual el monasterio fue declarado Monumento Nacional.
A finales de esa misma centuria, el lugar se convirtió en museo y fue incorporado por la UNESCO a la larga lista de lugares consideraros Patrimonio de la Humanidad por la entidad.
¿Cómo llegar hasta él?
Aunque Batalha es una pequeña ciudad situada no muy lejos de Lisboa, llegar hasta ella en transporte público no es demasiado sencillo; pues la localidad dispone únicamente de parada de autobús. Por este motivo, las opciones a las que optáis para acercaros hasta el lugar quedan francamente reducidas.
Aun así, a continuación, os las detallamos una por una; todas partiendo desde la capital portuguesa.
En coche
Si deseáis viajar hasta el Monasterio de Batalha en coche, simplemente deberéis seguir la autopista A1 en dirección a Oporto y desviaros posteriormente por la salida Fátima/Batalha. Eso sí, no olvidéis tener en cuenta que el abono de los peajes en tierras lusas es algo peculiar, ya que no todas las vías disponen de máquinas de pago; por lo que es mucho más adecuado que registréis la matrícula de vuestro vehículo en alguna de las webs pertinentes para que así podáis realizar la amortización de manera telemática.
En este portal os explican, paso a paso, como hacerlo.
En autobús
Aunque os hemos comentado que la ciudad dispone de estación de autobuses, lo cierto es que las conexiones que estos ofrecen son bastante escasas.
Si optáis por esta alternativa tendréis que dirigiros a la estación de Sete Ríos, situada en la zona norte de Lisboa, donde opera la flota de la compañía Rede Expressos, encargada de ofrecer el servicio entre Batalha y la capital.
El trayecto, que es directo, dura aproximadamente un par de horas y el precio del billete ronda los 12 €; mientras que la parada donde deberéis bajaros se encuentra en el centro del municipio, a escasos minutos a pie de vuestro destino final.
En su web oficial podréis consultar los horarios y toda la información adicional que necesitéis.
Excursiones organizadas
Vistas las opciones precedentes, nuestra más sincera recomendación es que contratéis alguna de las excursiones de un día que se realizan a las localidades de Fátima o Óbidos y que hacen escala en Batalha, en repuesta al interés turístico que despierta su impresionante priorato.
Se trata de tours organizados por operadores expertos que parten desde las principales ciudades del país, entre ellas Lisboa, y que incluyen el transporte de ida y vuelta (con recogida en el hotel), además de la entrada y la visita guiada a Santa Maria da Vitória y otros enclaves de interés.
Una interesante actividad conducida por guías locales que os acompañaran en todo momento para explicaros los detalles y secretos de cada lugar, a la vez que os ahorraran quebraderos de cabeza como carreteras, zonas de estacionamiento, horarios y demás.
¿Qué ver durante su visita?
Debido a su largo periodo de edificación, el Monasterio de Batalha alberga un buen número de atractivos y rincones pertenecientes a distintas épocas y estilos a los que merece la pena parar atención, entre ellos:
La Fachada Occidental
Compuesta por tres cuerpos rectangulares correspondientes a sus naves interiores, la Fachada Occidental es la encargada de enaltecer la belleza de este templo gracias a sus contrafuertes, balaustradas, arbotantes, pináculos y ventanas apuntadas, ricamente ornadas.
En ella se encuentra la entrada principal, en la cual destaca la riqueza iconográfica de la decoración de su pórtico, obra del “mestre” Huguet.
Las Portaladas
Además de la portalada central, el monasterio dispone de otra situada en el crucero sur. Dos accesos compuestos por diversas arquivoltas, decorados con imágenes, arcos y blasones característicos de la arquitectura de los s. XIV y XVI.
En el primero, destaca la aparición de toda la Corte Celestial y Cristo en Majestad bajo un dosel con el Tetramorfos; mientras que, en el paso secundario, atribuido al arquitecto portugués Afonso Domingues, toman protagonismo las heráldicas de los reyes fundadores Don Joao I y Doña Filipa de Lencastre. Unas representaciones que se completan con las de los Apóstoles situados en sus jambas.
La Iglesia de Santa Maria da Vitória
Sin duda, el corazón del monasterio. Una impresionante capilla de más de treinta y dos metros de altura considera una de las de mayor cota de todo Portugal.
Sustentada por robustas columnas, su nave central, carente de atavíos, prepondera por su sencillez, sus dimensiones y la colección de vidrieras que aportan luminosidad y belleza a su interior.
Cabe señalar, que la visita a la iglesia es gratuita, aunque para acceder a los claustros, demás capillas y dependencias es preciso adquirir entrada. Nuestra recomendación es que la compréis, ya que se trata de los espacios más bellos del complejo.
El Claustro Real
De estilo gótico-manuelino, el Claustro Real fue diseñado por el maestro Domingues, inspirándose para ello en la Sé de Oporto.
Situado junto a la conocida como nave del Evangelio, este espectacular atrio cuenta con siete tramos por banda, asentados sobre semicolumnas con capiteles decorados por motivos vegetales, y arcos apuntados con cubiertas de crucería; abiertos a un jardín central que alberga una bonita fuente.
La Fuente del Claustro
También de estilo manuelino, la fuente del Claustro Real fue proyectada por otro de los arquitectos que intervinieron en la faraónica construcción del monasterio, Mateus Fernades.
A destacar la técnica empleada en la estructura del templete de planta cuadrada cubierto por bóvedas de crucería.
La Sala Capitular
Finalizada por Huguet, esta sala es una de las más espectaculares que ver en el Batalha; pues tanto su ábside de estrella suspendida, como su portalada arquivoltada desprenden una notable técnica constructiva.
Un espacio que data del s. XV, y que según cuenta la leyenda, fue construido por presos condenados a muerte; ya que ni tan solo sus arquitectos confiaban en que la estructura fuera a resistir.
En ella podréis admirar una solemne decoración figurativa en la que domina la temática marianista, destacando la representación de la Asunción con la Virgen y el ángel, situada en la ventana sur de la estancia; además de la conocida como Tumba de los Soldados Desconocidos, la cual está permanentemente custodiada por miembros del ejército portugués.
La Tumba de los Soldados Desconocidos
Desde 1921, la Sala Capitular alberga la conocida como Tumba de los Soldados Desconocidos. El sepulcro de dos reclutas lusos que combatieron durante la Primera Guerra Mundial y de los cuales, hasta el momento, se desconoce su identidad.
Constantemente vigilada por miembros de las milicias lusas, si aguardáis con paciencia podréis asistir a uno de sus pintorescos cambios de guardia. Un acto ceremonial que, salvando las distancias, recuerda al acontecido en las puertas del Palacio de Buckingham.
El Claustro de Afonso V
Justo al salir, adyacente a la anterior sala, encontraréis el Claustro de Don Afonso V.
Mucho más sobrio que el Real, pero también de indiscutible belleza, este cenobio fue el primero del país en poseer dos plantas.
A través de su paso accederéis a otras dependencias del convento, algunas de ellas lamentablemente no visitables y otras, como la antigua cocina, convertidas hoy en contemporáneos espacios como la tienda de souvenirs.
Mencionar que el complejo llegó a contar con un tercer convento limítrofe a este, devorado por las llamas en 1810 durante uno de los asaltos llevados a cabo por las tropas francesas.
La Capilla del Fundador
Proyectada inicialmente como panteón de todos los reyes de Portugal en 1835, la Capilla del Fundador acabó acogiendo tan solo los despojos de Joao I de Portugal y su esposa, Filipa de Lancaster.
Considerado uno de los espacios más misteriosos del país, este oratorio influido por el arcano de la numerología del ocho se erige como uno de los lugares más especiales y místico tras los muros del monasterio.
De planta cuadrada y presidida por nada más y nada menos que ocho columnas centrales, bajo la bucólica iluminación de su hermosa cúpula hallaréis el sepulcro de sus majestades, ricamente tallado y sostenido, como no podía ser de otra manera, por ocho regios leones; en tanto que alrededor de la capilla podréis advertir la presencia de otras cuatro tumbas, pertenecientes a los vástagos de los gobernantes.
Las Capillas Imperfectas
Se trata de un conjunto formado por siete capillas funerarias, ordenadas construir por el rey Don Duarte (hijo de Joao I) en el año 1434, como mausoleo familiar.
Con una estructura de marcado estilo gótico, el protagonismo del lugar recae en el pórtico de acceso, el cual, asentado sobre los cimientos de dos columnas talladas y ornamentadas, recibe al visitante y lo conduce a mundos de leyenda y de cruzadas.
Lamentablemente, la prematura muerte tanto de su majestad como del “mestre” Huguet, hizo que las obras del espacio no finalizaran. Una situación que, posteriormente, el rey Don Joao III quiso revertir sin éxito, y con la cual las capillas acabaron recibiendo, finalmente, el apelativo de “Imperfectas”.
Apuntar que, en ellas se halla la única muestra renacentista del monasterio, presente en el entramado de su galería.
Las Tumbas Reales
Como ya se ha referenciado, Batalha alberga los yacijas de varios monarcas portugueses pertenecientes a la Dinastía Avís, las cuales se encuentran distribuidas en dos espacios, la Capilla del Fundador y las Capillas Imperfectas.
Unas sepulturas que fueron profanadas durante la invasión napoleónica, tal como sucedió en otros monasterios de la zona como el de Alcobaça, y que posteriormente fueron vueltas a sellar con el fin de proporcionar paz eterna a sus moradores, entre los que figuran: Joao I y la reina consorte, Filipa de Lancaster; Duarte I y su esposa Leonor; Alfonso V, Juan II…
Vaya, toda una necrópolis real.
El Antiguo Refectorio
Situado en el ala oeste del convento, el Antiguo Refectorio (comedor) presenta una apariencia simple y austera. De planta rectangular y cubierto por una gran bóveda de cañón apuntado, solo el púlpito, desde el que los monjes leían fragmentos de la biblia, presenta ornamentación.
Durante el recorrido por su interior observaréis diversos objetos, ofrendas y condecoraciones militares, ya que en la actualidad el espacio se ha convertido en el Museo al Soldado Desconocido.
Las Terrazas del Monasterio
Definitivamente el must de la visita. Un verdadero paseo entre las nubes.
A través de una estrecha escalera situada en una de las esquinas de las Capillas Imperfectas, podréis acceder a la azotea del complejo y apreciar desde allí la magnitud arquitectónica del edificio, los detalles de sus agujas y por supuesto, unas impresionantes panorámicas de la localidad de Batalha y su paisaje circundante.
¿Conocéis alguna manera mejor de terminar vuestro recorrido?
El horario
El Monasterio de Batalha abre sus puertas todos los días, presentando algunas variaciones horarias según si se trata o no de temporada turística.
Así, entre el 16 de octubre y el 31 de marzo, el acceso es posible entre las nueve y las seis de la tarde, mientras que los meses restantes sus puertas permaneces abiertas media hora más, hasta las seis y media.
Evidentemente, el recinto permanece cerrado en días señalados como el 1 de enero, el Domingo de Pascua, el 1 de mayo, día del Trabajador, y por supuesto, el 25 de diciembre.
Como dato adicional, informaros que el horario puede ampliarse previa cita, en condiciones a convenir.
Horario
16 Octubre - 31 Marzo
- De 9 a 18 h (último acceso media hora antes del cierre).
1 Abril - 15 Octubre
- De 9 a 18’30 h (último acceso media hora antes del cierre).
Las entradas
Como ocurre con la mayoría de edificios históricos que se encuentran fuera de la capital, las entradas para visitar este fantástico monumento son sorprendentemente económicas, pues el billete general solo cuesta 6 €.
Además, existen boletos con descuento para familias y combinados que contemplan el acceso a otros enclaves lusos también considerados Patrimonio Mundial; entre ellos el Convento de Cristo o el Monasterio de Alcobaça.
Precio
- Entrada general: 6 €.
- Entrada Patrimonio de la Humanidad (incluye visita al Monasterio de Alcobaça, el de Batalha y al Convento de Cristo): 15 € (a adquirir en el primer monumento a visitar y con una validez de 1 año).
- Personas < de 65 años: 3 €.
- Estudiantes: 3 €.
- Entrada Familiar (2 adultos + niños, previa presentación del documento emitido por la Asociación Portuguesa de Familias Numerosas: 3 €.
- Carné Joven: 3 €.
Contacto
- Telf:+351 244 765 497.
- Web oficial: Monasterio de Batalha.
- Dirección: Largo Infante Dom Henrique, 2440-109 Batalha, Portugal (ver en Google Maps).
¿Cuál es la mejor época para acudir?
Desde luego, podéis visitar Batalha durante todo el año, pero quizás sean las estaciones de primavera y otoño las más proclives para realizar un viaje hasta el lugar; ya que las temperaturas que alcanza la localidad en plena temporada turística suelen ser bastante elevadas.
Respecto a la mejor hora para acudir a la abadía, sin duda la tarde os proporcionará estampas más bellas. Como las protagonizadas por los rayos del sol al atravesar los coloridos cristales de las vidrieras del interior de la basílica o las que podréis divisar desde lo alto de sus terrazas mientras cae el atardecer sobre la ciudad.