No es ningún secreto quela riqueza gastronómica de España es apreciada hasta extremos envidiables. No obstante, ¿qué hace a la Gastronomía Sevillana destacar por sí misma?
Andalucía, tierra de cultura, fiesta y buenos manjares, siempre se ha caracterizado por su generosidad y mentalidad de tapeo: una cañita, una tapa. Si bien esto parece representar comida gratuita y salir a cenar por cuatro monedas, no es tan sencillo como parece.
Si tenemos que especificar, vamos a coger de ejemplo la bella Sevilla.
Según donde vivas, conoces un simple modelo de gozo hostelero: te enfrentas a un concepto calidad/precio que erra en satisfacer. Si bien es cierto que encontrar comida casera en grandes capitales puede llegar a ser frustrante, siempre hay rincones secretos; lugares de fantasía que el turismo masivo no ha podido destruir. No obstante, nada tiene que ver con la mentalidad sevillana.
Ir a comer por Andalucía es una aventura a la altura de sus croquetas. Cuando te sientas en la mesa, sabes que, después de pedir tu bebida, llega la parte más hermosa de este juego: contemplar la carta y dejar volar tus sentidos.
Si bien en Sevilla se puede comer de todo, siempre hay unos platos específicos que están forjados en el folklore culinario de la capital andaluza.
Algunos de los platos más famosos en la gastronomía sevillana
Gazpacho
La sopa de tomate tradicional y uno de los platos más reconocidos de la gastronomía universal. Sus ingredientes, puramente vegetales, se complementan con sal, aceite de oliva virgen, y vinagre de vino blanco para crear una combinación que ha sido heredada de generación en generación.
Pescaíto frito
Una de las tapas por excelencia. Algo que parece sencillo pero que requiere de detalle. Si bien es necesario freír pescado, la clave está en la fritura; en la combinación de la harina pero con las especies adecuadas para elevar el resto del plato.
Bacalao con tomate
Si bien es un plato típico de semana santa, el bacalao con tomate es, obviamente, uno de los platos estrella de la cocina mediterránea. Aunque parece simple, no lo es. El sofrito es lo más importante de dicha elaboración, haciendo que el pescado brille en color y sabor.
Soldaditos de pavía
Otro plato basado en el arte del pescado, concretamente el bacalao. En este caso, se fríe el pescado y se sirve como tapa con pimiento rojo confitado o al horno. Un plato típico tanto de Sevilla como Madrid.
Serranitos y montaditos
Se trata de pequeños bocadillos, normalmente en forma de tapa, típicos del sur de España que suelen consistir de jamón o bacon, con pimiento verde frito y lomo. El pan suele vestirse con el mismo aceite de la fritura o se puede especiar.
Productos y origen
La clave de la gastronomía sevillana no tiene misterio alguno: aprovechar al máximo los productos de proximidad hasta hallar esa fórmula mágica a la hora de combinarlos. Los olivares; los naranjales; los almendrales… Estos pilares básicos son aplicados a muchos productos de la tierra y, si bien no siempre son protagonistas, tienen papeles universales dentro de la orquesta de alimentos que armoniza una buena velada.
La cocina sevillana, como muchas hermanas de su tierra, está basada en el folklore tradicional; las fiestas más populares, como la feria de abril, han tenido mano de oro en la evolución de dicha gastronomía hasta llegar a los días que nos ocupan.
Y, entonces, llegamos a la generosidad de las raciones, su combinación y el placer que nos transmiten. En una carta sevillana, antes de poder decidir qué quieres comer, te presentan 3 opciones marcadas: un cuarto de ración, media ración y ración completa.
Menús y raciones
Hay diferentes metodologías para encarar un menú o carta abierta andaluza según los motivos que te hayan llevado a entrar en X establecimiento. Siempre tienes la opción tradicional: menú de dos platos más el postre. Café, vino y otros placeres secundarios a parte. Después, si vas con alguien y quieres una experiencia un poco más plural, optas por compartir medias raciones y probar de 4 a 5 platos, aproximadamente.
Entonces, llegamos a la versión más completa en lo que refiere a un viaje gastronómico para paladares complejos: los cuartos de ración o, en otras palabras, todas las combinaciones posibles entre ingredientes y elaboración en una buena cocina.
Desde un buen salmorejo a un plato de jamón que se deshace en nuestra boca; unas croquetas caseras o un pescaíto frito como los cocinados en las playas de Marbella…
Las posibilidades son infinitas.
Si seguís el plan de ataque propuesto en este último párrafo, puedes llegar a probar 10 platos diferentes, deseando que tu estómago pudiera aguantar hasta 20 incorporaciones más pero siendo consciente de tu limitada capacidad para digerir tal cantidad de oro líquido.
Una gran riqueza gastronómica
Cuando uno viaja a algún lugar, hay ciertas prioridades que abrazan nuestra mente: historia, monumentos, ocio, folklore… Entre ellos, la gastronomía suele ser número uno. Se puede aprender mucho de otro país o cultura a partir de cómo cocinan pero, sobre todo, los ingredientes utilizados para cada una de sus elaboraciones. Analizarlos con nuestro paladar nos hará empatizar mejor con la gente que nos ha acogido en sus casas.
Comer es uno de los placeres por excelencia de este mundo. Compartir una buena velada con alguien que te importa es una experiencia a la altura de muchas circunstancias, incluso se puede determinar como algo muy romántico o apropiado donde compartir secretos, pasiones y susurros entre una buena copa de vino y un menú a la altura de las circunstancias. Si además de todo eso, puedes vivir dicho contexto por un precio mínimo y máxima calidad, ¿qué más se puede pedir?
Obviamente, no todos los restaurantes y bares de Sevilla cumplen con esta doctrina. Eso es imposible. Pero si sabes moverte y, sobre todo, hablar con los locales sobre qué sitios frecuentan, nada puede ser más apetitoso que hacer caso a la sabiduría popular y dejarte llevar para poder desconectar de la rutina y otro ruido de fondo que no nos interesa prestarle atención.
Sevilla es, sin duda, una de las capitales gastronómicas de este mundo. España es el país más rico en el arte del paladar y, por mucho que otros quieran compararse con ello, acaban siendo solo un recuerdo ante la fantasía de nuestras cocinas.