Desde sus humildes comienzos como pueblo de pescadores del siglo XIII en el lecho de un río hasta su papel actual como importante centro de negocios, turismo y cultura, Ámsterdam tiene una gran reputación como centro de cultura y comercio.
Comienzos
Cuando el último milenio era aún muy joven, un puñado de aventureros llegó flotando por el río Amstel en troncos huecos. De las marismas y pantanos que rodean el río Amstel se forjó una estructura de presas y diques, la primera de las cuales está marcada por la plaza de la Presa, en el corazón de la ciudad que es hoy en día. Estos astutos "Aemstelledammers" empezaron a cobrar peaje a los comerciantes de cerveza y arenque que pasaban por allí, en el marco del comercio del Mar del Este del Báltico.
Rápidamente, se convirtieron en expertos constructores de barcos y cerveceros, atrayendo más interés en la ciudad emergente. En 1275, el conde Floris de Holanda formalizó estas actividades concediendo privilegios especiales de peaje a la ciudad mercantil y en 1300 la ciudad obtuvo su primera carta.
Crecimiento
A finales del siglo XV, la ciudad se desarrolló aceleradamente. Después de que los españoles conquistaran Amberes, muchos judíos ricos huyeron a Ámsterdam. El dinero que llevaron consigo se utilizó para organizar viajes a la India, que tuvieron un gran éxito comercial. En 1602 se fundó la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. La ciudad de Ámsterdam tenía una participación mayoritaria en la organización, que se convertiría en la primera empresa multinacional del mundo. El resultado fue un periodo de prosperidad sin precedentes, que hizo que el siglo XVII se conociera como la Edad de Oro.
Durante este periodo, la ciudad experimentó dos expansiones urbanas masivas, y por primera vez se tuvo en cuenta tanto la funcionalidad como la belleza. El resultado fueron los ahora famosos canales y el barrio de Jordaan.
El panorama artístico también floreció en esta época. En la primera mitad del siglo XVII, el número de artistas creció enormemente y hubo una explosión de arte y comerciantes de arte en Ámsterdam. En sólo 30 años, Ámsterdam se convirtió en una próspera ciudad cultural, dejando un legado de Rembrandt van Rijn, Johannes Vermeer y Jan Steen.
Siglo XX
El siglo XX siguió siendo próspero. La Escuela de Ámsterdam, un movimiento arquitectónico idealista, proporcionó viviendas de bajo coste alrededor del casco antiguo. La ciudad se amplió con el aeropuerto de Schiphol, que sigue siendo la sede de la compañía aérea nacional holandesa KLM, la más antigua del mundo.
Aunque Holanda se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial, el país sufrió una grave escasez de alimentos y hubo que racionar los productos. En 1917, llegó un barco con patatas destinadas al ejército. Sin embargo, la población local quedó consternada por ello, lo que dio lugar a los "disturbios de la patata". Así comenzó un periodo turbulento en la historia de Ámsterdam.
Durante los años de crisis (1934) estalló una revuelta. Se produjeron protestas contra la reducción de los subsidios de desempleo, que para muchas personas eran la única fuente de ingresos. En particular, los residentes del Jordaan participaron lanzando piedras a la policía. Esta revuelta se conoció como los disturbios del Jordaan, y como resultado, todas las calles de la zona se pavimentaron para que las piedras no pudieran ser arrancadas y utilizadas como armas.
La Segunda Guerra Mundial causó pocos daños físicos a los edificios e infraestructuras de Ámsterdam. Sin embargo, la hambruna de la época se cobró muchas vidas y, como consecuencia de la persecución de los judíos, la ciudad perdió el diez por ciento de sus habitantes.
Actualmente
Después de la guerra, la composición de la población de Ámsterdam cambió rápidamente. Muchos amsterdameses originales se marcharon a ciudades satélite como Purmerend, Hoorn y Almere. Al mismo tiempo, la afluencia de inmigrantes surinameses, turcos y marroquíes aumentó la población de la ciudad. En la actualidad, Ámsterdam cuenta con más de 780.000 residentes de 180 países diferentes.