Siendo el pico más alto de todo Japón, el Monte Fuji se ha convertido en un símbolo imprescindible de la cultura japonesa, tanto a nivel internacional como local. Inspirando a diferentes artistas y viajeros, este lugar emblemático esconde muchos placeres cotidianos y, si bien su principal atractivo es ir a la montaña y, a poder ser, llegar a la cima, no todo son rocas y árboles.
Situado en la isla de Honshu, y con una altura de 3776 metros, esta montaña, considerada un volcán activo, ha tenido una gran influencia en la historia, desde los samuráis hasta su naturaleza sagrada, llegando a convertirse en el protagonista de la literatura local y diva de muchos pintores.
La pregunta es: ¿Vale la pena visitarlo y qué podemos encontrar a parte del obvio monumento natural?
Escalar el Monte Fuji
No nos engañemos. La mayoría de gente va hasta la isla de Honshu para, a parte de visitar el Monte Fuji, hacerse con la cima y reclamar el premio especial: sus vistas de ensueño. Pero, ¿Cómo encarar una travesía así?
Si bien podemos comprar el oxígeno encontrado en el pico del Monte Fuji en supermercados cercanos (no, no es una broma), supongo que para la mayoría resulta más interesante respirarlo en persona.
La opción más común será coger un bus que sale de Tokio, concretamente de Shinjutsu, que, en un par o tres de horas, nos dejará en lo conocido como la quinta estación a 2.300m de altura, justo en el punto donde se inicia la escalada hacia el Monte Fuji.
Si bien puede parecer decepcionante al principio, pues empezamos andando por asfalto y siguiendo a decenas de personas por caminos un tanto artificiales, hay una metodología muy recomendable para disfrutar de verdad de esta experiencia única. Los japoneses que escalan el Monte Fuji utilizan la siguiente estrategia: empiezan la ruta por la tarde, entre las 17 y 18h, según la luz y temporada, y llegan hasta un refugio justo en el medio de la travesía, donde cenan, abusan del saque y van a dormir. Seguidamente, se despiertan a las 2 de la madrugada para acabar la escalada y llegar a la cima justo con la salida del Sol. No hace falta que os digamos por qué esto es una magnífica idea.
Cuando lleguéis a la estación ocho, a unos 3.100m, hay alguna que otra paradita donde podéis comprar noodles instantáneos y satisfacer a vuestro cuerpo con unas calorías muy necesarias para encarar el tercer acto de un recorrido que puede llegar a durar, si lo hacemos seguido, hasta 8h.
Un pequeño detalle si decidís dormir en un refugio al visitar el Monte Fuji: los precios no son agradables y, si no llevamos suficiente dinero, nos podemos quedar colgados en medio de la nada.
Otro apunte que, por muy obvio que sea, hay que remarcar siempre, es el hecho de que hace mucho frío a esas alturas, indiferentemente de la estación del año. Aunque sea julio, no os la juguéis pues, quedaros colgados durante la noche ahí arriba sin el vestuario adecuado puede ser lo último que hagáis en vuestra vida.
Una vez cumplido el objetivo, toca bajar y, teniendo en cuenta que la subida son una media de 8h entre una cosa y la otra, la bajada puede llegar a este mismo tiempo o un poco menos, así que tened todo controlado, porque no hay un medio de transporte que nos lleve de la cima al campo base.
Si bien puede parecer un poco duro, la escalada de esta montaña es imprescindible si queremos tener una experiencia completa en Japón.
Alrededores del Monte Fuji
No es montaña todo lo que importa. Si bien es cierto que visitar el Monte Fuji es el tema protagonista de esta consecución de palabras, hay más cosas por hacer si tomamos como punto de partida el gigante rocoso para encontrar actividades y cosas por descubrir tan interesantes como las siguientes:
Los cinco lagos de Fuji
Situada en el norte, partiendo de la base del Monte Fuji, los cinco lagos de Fuji es una región natural donde se encuentran, sorprendentemente, cinco lagos que se pueden visitar de manera individual. Estos son: el lago Yamanaka, Kawaguchi, Saiko, Shōji y Motosu.
Si bien Kawaguchi es el lago más famoso, siendo protagonista de muchos carteles informativos, de publicidad y otros quehaceres, Motosu es el que disfruta de más profundidad (140m), el cual fue formado a partir de la última explosión de lava procedente del mismo Monte Fuji.
Esta región disfruta de una población de 100.000 habitantes.
Santuario Shizuoka Sengen
El Shintoísmo es la religión ancestral que se creó en la misma Japón, la cual se basa en venerar a los Kami, los espíritus de la naturaleza, una mentalidad reflejada en el cine y literatura japonesa, la cual explica como el cuidado y veneración de todo tipo de forma de vida es la máxima responsabilidad de la raza humana.
Repartidas por todo Japón podemos encontrar diferentes capillas dedicadas a esta doctrina pero, donde hay más concentración de las mismas, es en la región del Monte Fuji. Debido a su simbología sagrada, es comprensible que esta montaña abarque las creencias y supersticiones de la población y cultura japonesas.
El Santuario de Shizuoka Sengen es el conjunto de las tres capillas más importantes de la región y de las más transcendentales de todo Japón. Formado por las capillas de Kambe Jinja, Sengen Jinja y Ohtoshimioya Jinja, este lugar es ideal para encontrarnos espiritualmente y disfrutar de otra de las ramas principales de la cultura japonesa.
Si queremos hacer esta experiencia redonda, el 5 de abril se celebra la fiesta anual de dicho Santuario.
Parque de atracciones Fuji-Q
Sí. No habéis leído mal. El mejor parque de atracciones de Japón se encuentra al lado del Monte Fuji y, después de visitarlo, no neguéis que pasar un día, o unas horas, en montañas rusas y otras actividades puede resultar muy atractivo.
Y, por si os parece poco, no es solo el parque de atracciones más importante de Japón, sino de los mejores del mundo, pues muchas de sus atracciones han roto récords mundiales tanto en calidad, velocidad o duración, entre otros.
Con la vista del Monte Fuji de fondo, esta, de seguro, será una experiencia que, si bien rompe un poco con el tono del viaje, no os dejará indiferentes, dándoos una pausa necesaria para, irónicamente, impulsar vuestra adrenalina.
Sin duda, visitar el Monte Fuji es una experiencia única y, como habéis podido leer, un tanto inusual, tanto por escalar este volcán como el hecho de que sus alrededores encontramos desde cinco lagos, formando una frontera natural, hasta un parque de atracciones capaz de quitarnos el aliento con el Monte de fondo, siempre presente.
Nunca olvidéis la importancia de la cultura japonesa y dejad de lado el hecho de si está o no de moda. Aprended todo lo posible de ella, pues un lugar donde su religión se basa en venerar la naturaleza nunca será un destino equívoco.