Imperio Japonés

El imperio japonés

Durante los siglos XV y XVI, Japón estuvo cerrada al resto del mundo bajo pena de muerte si alguien pisaba su país sin permiso. En 1853, los americanos llegaron a las costas niponas para ofrecer la apertura de una línea comercial entre ellos y Estados Unidos. Teniendo en cuenta la división social y económica japonesa, sumado a la hambruna de las zonas rurales y la mala gestión del Shogun (pues el Emperador era un muñeco de este), los americanos dieron un período de seis meses a los japoneses para meditar su decisión, llegando estos a la conclusión de que la mejor opción era aceptar dicha propuesta comercial.

Inglaterra y el imperio ruso se unieron a esta nueva vía económica, creando las rutas comerciales modernas del pacífico y Asia.

Catarata de Nachi, Japón.

Nacimiento imperial

Después de una guerra política entre los Shogun en 1866 a consecuencia de la decisión americana, esto hizo instaurar de nuevo la figura del emperador como gobernador supremo del país junto a la modernización del arte de la guerra nipón, abandonando las lanzas por los fusiles y pistolas. Cuando el emperador se trasladó a Edo y, seguidamente, se hizo con el control de Tokio, el imperio japonés se dio por iniciado.

Japón estaba políticamente unida pero culturalmente separada a medianos del siglo XIX. El imperio dedicó recursos y lo que fuera necesario a "japoneizar" a su gente para intentar recuperar lo que siempre les ha hecho únicos y distinguidos entre la población mundial: sus tradiciones y el código de honor.

Otro gran cambio surgió en las filas militares. Los soldados debían renunciar a su lealtad al Daimio y abrazar al emperador como figura totalitaria y venerarlo en todas sus condiciones. Otra medida extraordinaria fue la necesidad de modernizar a Japón en el campo del armamento y recursos bélicos para poder hacer frente a países como Estados Unidos, Rusia, Inglaterra o Francia, en caso de una invasión por parte de estos.

Por si esto fuera poco, otra revolución tecnológica amasó Japón con las directrices de la industrialización. La revolución industrial aterrizó en las islas niponas, creando una nueva rama económica basada en las fábricas textiles repartidas por todo el país, cosa que elevó el poder y recursos imperiales, dándole al emperador una economía más solida que cualquiera que hubiera venido antes.

Vista del castillo de Kanazawa

La industria del vapor

Otra víctima evidente de este cambio revolucionario en Japón fueron los Samuráis, los cuales, hasta ahora, recibían un pago anual por parte del emperador para comprar su silencio y ser mercenarios en las sombras en caso de necesitar sus servicios. Según el rango de cada samurái, esta paga podía variar radicalmente hasta llegar a cifras insultantemente altas por el concepto de no hacer nada. Era como un paro generoso para gente sin oficio ni beneficio.

Todo esto, sumado a que el samurái dejó de ser la figura ancestral de la defensa del país y del honor, llevó a la revolución de Satsuma, donde el nuevo ejército formado por granjeros entrenados y soldados de élite aplastó las ambiciones de los espadachines legendarios.

Entonces, en 1889, algo nunca antes ocurrido en Japón tuvo lugar por parte de la votación de sus gobernantes supremos: la primera constitución de Japón. Esto provocó la creación de una casa parlamentaria que, si de entrada era representada por políticos de bajo nivel, iría en aumento con el paso de los años. De entrada, solo el 5% de los hombres japoneses podían votar, aunque esto fue mejorando con los años.

Foto de Okayama

La conquista de Corea

En 1877, Japón puso su atención en Corea. Si bien esta era esclava social-económica de China, los nipones llegaron a la conclusión que, al final, uno u otro acabaría controlando dicho territorio. Japón tenía claro que ese era su destino, así que procedieron con él.

La rebelión de Donghak tuvo lugar en el mismo 1877, un movimiento religioso que atacaba a la misma Corea por su debilidad frente a los países que intentaban poseerla. Así fue como tanto Japón y China enviaron tropas para defender sus intereses, cosa que provocó la primera guerra entre China y Japón, y no sería la última.

Japón ganó y Corea pasó a formar parte de las islas niponas. Todo esto provocó un rechazo occidental, excepto por parte de un solo país: Inglaterra, la cual decidió aliarse con Japón debido a reconocer su potencial a nivel mundial, creando una alianza anglo-japonesa que, al final del día, era en realidad una medida anti rusa.

Después de una modesta participación en la Primera Guerra Mundial, consiguiendo varias islas del Pacífico, arrebatadas de los alemanes, el pacto anglo-japonés fue roto debido a que Europa nunca aceptó la propuesta de Japón por conseguir una igualdad de razas.

Mapa de Japón y Corea con información.

Época de guerras

Después del terremoto masivo de 1923, el cual dejó unos 150.000 muertos en Japón, poco tuvo lugar en el país hasta 1931, cuando, después de que unos militares japoneses intentaran destruir una vía ferroviaria, y culpando a rebeldes chinos de ellos, este inicio su avanzada hasta china, proclamando así la Guerra del pacífico. La Liga de naciones, formada por los "ganadores" de la Gran Guerra, les advirtieron de sus osadías, llevándoles a un golpe de estado en 1936 por parte de un ejército que empezaba a cansarse de sus gobernadores.

Todo esto llevó al incidente del puente de Marco Polo, considerado para muchos el inicio real de la Segunda Guerra Mundial, lo cual llevó al asalto y conquista de Pekín por parte de las tropas japonesas. Por desgracia, todo esto solo llevó a uno de los acontecimientos más oscuros del siglo XX y de la historia japonesa: la masacre de Nanjing, donde decenas de miles de chinos fueron violados y asesinados por las tropas niponas, cosa que, todavía hoy en día, afecta a las relaciones internacionales de ambos países.

Por si esto no fuera suficiente, en 1941 el gobierno americano de Roosevelt impuso un embargo al petróleo japonés para intentar mermar su economía, cosa que llevó a la famosa batalla de Pearl Harbor el mismo año, donde murieron miles de tropas por ambos lados.

El imperio japonés quedó destruido para siempre cuando, después de la caída del Tercer Reich, los americanos destruyeron Hiroshima y Nagasaki con las dos bombas atómicas, un crimen de guerra por el que todavía no han respondido, matando a centenares de miles de personas.

Esto provocó la rendición incondicional de Japón, aceptando una invasión americana que impuso al país la imposibilidad de volver a iniciar una guerra, dejando al emperador como figura residual.

A día de hoy, este tratado continúa vigente.

Foto de Taketomi

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