Beas de Guadix, provincia de Granada, Andalucía. Este es el lugar donde se halla lo que es conocido como el mirador del fin del mundo, el cual nos permite, como función principal, disfrutar de las mejores vistas de los desiertos del sur y “badlands” situados al norte de la misma Granada.
Con la presencia de la omnipotente Sierra Nevada al horizonte, el mirador también nos otorga el privilegio de poder contemplar gran parte del Valle del río Alhama, el cual abraza todos los municipios situados a la diestra del río Fardes: Cortes y Graena, Beas, Marchal y Purullena.
Iniciativa geográfica
El mirador del fin del mundo de Beas de Guadix, utiliza su localización geográfica para que podamos analizar y comprender la evolución geológica de toda esta comarca.
- En el primer nivel, las montañas de naturaleza caliza de la Sierra de La Peza junto a los Lugros en zonas más protuberantes.
- En segundo nivel el Camarate, bosque considerado el mejor conservado de toda la reserva de Sierra Nevada, capaz de vestirse de mil colores en otoño, cuando la hoja caduca desciende de los árboles para convertirse en una alfombra de colores cálidos.
- En el tercer y último nivel, los “badlands”, creados a partir de la erosión de la arcilla, junto a las Cárcavas de Marchal, las cuales fueron declaradas Monumento Natural, restan como uno de los referentes más destacados y venerados de la zona, elevándola por encima de otros parajes donde el cuidado y cariño mostrado por la gente, junto con su conservación, elevan este lugar a los cielos de la belleza.
Si bien el acceso al mirador debe realizarse a pie, os podréis ayudar de una pista natural existente a la entrada de la misma Beas de Guadix. El ascenso dura un solo quilómetro, algo tranquilo y sencillo que compensa el mismo mirador del fin del mundo cuando invadimos su territorio.
Ubicación
La Ruta hacia el mirador
Como hemos comentado, a este mirador solo se puede llegar a pie. Si bien esta es una sencilla excursión, estaría bien repasar con sencillo detalle la Ruta 18, la cual nos llevará hasta nuestro objetivo, perdido entre el reino de una Sierra Nevada que nos podemos encontrar blanca en invierno y árida en verano.
Las tierras de tonalidad magenta en el horizonte solo harán que prepararnos para los paisajes a ser contemplados, unos moldeados por miles de años de aguas corrosivas y corrientes de viento hirientes. El catálogo de formaciones geológicas incluyen Cárcavas, cañones, canales y Chimeneas de Hadas.
Con el Picón de Jérez, una de las cimas de Sierra Nevada, de fondo, iniciamos el viaje.
La Ruta 18 da comienzo en la Cueva-Museo de la Inmaculada de Purullena. Allí encaramos el camino hacia el Barraco Cuevas de Monzoque, un barranco que, si bien estrecho, nunca debemos subestimarlo, pues está limitado por cárcavas de arcillas con formas de género fantástico. Cuevas abandonadas sugieren que la humanidad utilizó este lugar como hogar o refugió en algún punto de nuestra historia.
Al llegar a la Colada de Paulenca, situada en la Rambla de María, os sentiréis rodeados por un pinar único que ha sido producto de la reforestación. Eso os llevará a un desvío por una vereda que, una vez rebasada, nos marcará el camino del mozárabe de Santiago.
Encarando la parte final de la ruta, deberéis subir hasta la Meseta del Morillo, de la cual recorreremos para, entre terreno arcilloso, contemplar las Cárcavas de Marchal, declarado también Monumento Natural; un paisaje desértico sin igual que define esta provincia granadina. Situado en el altiplanicie de los mismos montes, éste queda rodeado de localidades como Purullena, Marchal y la misma Beas de Guadix.
Para llegar al mirador del fin del mundo, deberéis volver a la pista situada en la Meseta del Manco y, lamiendo el barranco de mismo nombre, dejaréis atrás una granja cinegética para iniciar un descenso generoso por un sendero hasta llegar a la Rambla de Zamar, saliendo por la Cuesta de Leñeros. Allí nos espera el paraje de Los Llanos, meseta que termina en la valle del Río Alhama y, justo ahí, es donde se encuentra el mirador del fin del mundo.
Aquí podéis decidir si quedaros a comer, relajaros y hacer cualquier cosa que no entre en conflicto con el respeto a la naturaleza, ama y señora del lugar.
Cuando queráis volver a casa, solo debéis descender por la Cuesta de Guadix y cruzar el Río Alhama para llegar a las mismas Beas de Guadix.
Y, como diría aquel, con esto y un bizcocho os habréis hecho un mirador antes de las ocho. Disfrutad de las vistas porque nunca sabréis cuándo volveréis a ese lugar.
Para que digan que el desierto no puede ser bonito…